Aunque se llame ‘pastel ruso’ este delicioso producto de repostería es oriundo de Huesca, lugar en el que se elabora siguiendo la misma receta tradicional desde hace dos siglos.
Su nombre se debe a una curiosa historia que se sitúa en el siglo XIX, en el exclusivo ambiente de la realeza española. La granadina Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, tras contraer matrimonio con el emperador Napoleón III, manifestó que era incapaz de prescindir de sus cocineros compatriotas, por lo que pasaron a ser parte permanente de su séquito. Fuera cual fuera la ubicación de la emperatriz consorte, los cocineros españoles iban detrás. Quiso la historia que durante la Exposición Universal de París, en el año 1855, Eugenia asistiera a un banquete que se celebraba en honor de Alejandro II, Zar de Rusia. La emperatriz estaba considerada como una creadora de tendencias entre la nobleza, un icono de la sofisticación y de las mesas más finas, por lo que se le encargó la misión de seleccionar un postre a la altura del Zar de todas las Rusias y el dulce elegido fue, como no, el que hoy conocemos bajo el nombre de ‘pastel ruso’.
Tras dar el primer bocado al delicado y sutil postre, el Zar y su corte quedaron extasiados y solicitaron conocer la receta para poder cocinarla una vez volvieran a Rusia. En ese momento, el producto confitero fue bautizado como Pastel Imperial Ruso, llegando a nosotros como pastel ruso. El éxito del dulce se debe a su esponjosa textura y su delicioso sabor a frutos secos, que se encuentran triturados dentro de la crema del relleno, tan ligera que casi parece una espuma. Dos paredes de delicado y fino bizcocho de merengue guardan el suave relleno de avellana, almendra, mantequilla y espuma de praliné, que conviene sujetar con delicadeza empleando tan sólo las yemas de los dedos
INGREDIENTES
Seis claras de huevo
300 gramos de azúcar
300 gramos de mantequilla
300 gramos de azúcar
150 gramos de almendras tostadas y muy molidas
PREPARACIÓN
Se ponen las claras en un recipiente a fuego suave con los el azúcar.
Se templa removiendo sin parar y batimos con fuerza durante 15 minutos.
Extendemos una capa en la bandeja del horno forrada con papel de horno previamente (como si fuese la plancha para un brazo de gitano). Se mete al horno muy suave entre 80º y 100º dependiendo del horno, no debe quedar tostado pero sí completamente cuajado lo que llevará unas 3 ó 5 horas. Una vez fuera despegamos con mucho cuidado del papel, todavía caliente y se corta por la mitad.
Se deja reservado.
Para hacer la crema
Ponemos en un cacito medio vasito de agua con el azúcar, se deja cocer un poco hasta que se haga un almíbar fuerte que al cogerlo entre los dedos y separarlos quede un hilillo entre ellos.
Se añade el almíbar a la mantequilla previamente ablandada y por último las almendras molidas, mezclando hasta que quede una pasta homogénea.
Se coloca la crema sobre una de las capas del bizcocho y se tapa con la otra mitad. Finalmente se refrigera.
Fuente : entre pucheros
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