Precalentar el horno a 175 grados C.
Engrasar y enharinar un molde para hornear de 9×13 pulgadas.
Mezclar la harina, el polvo de hornear y la sal en un tazón.
Mezclar media taza de leche con 1 cucharadita de vainilla en una taza medidora de vidrio.
Batir las claras de huevo con una batidora eléctrica a velocidad media-alta hasta que se formen picos suaves. Con la batidora encendida, agregar 1 taza de azúcar, 1 cucharada a la vez, y batir hasta que las claras estén muy rígidas pero aún brillantes, aproximadamente 8 minutos.
Con la batidora a fuego lento, agregar las yemas, 1 huevo a la vez, batiendo hasta que se combinen.
Agregar la mezcla de harina, 2 cucharadas a la vez, alternando con la mezcla de leche hasta que la masa esté suave (ten cuidado de no batir tanto que se desinfle).
Verter la masa en el molde preparado y hornar en el medio del horno unos 30 minutos aproximadamente. Sabremos que está listo cuando, al pinchar con un palillo, este salga limpio.
Enfriar el pastel durante 30 minutos en el molde sobre una rejilla (se encogerá), luego invertir sobre la rejilla para enfriar completamente.
Cuando esté frío, volver a colocar el pastel en el molde para hornear.
Hacer agujeros en todo el pastel con un tenedor.
Mezclar la leche condensada, la leche evaporada y la media taza de leche entera restante y verter sobre el pastel.
Cuando el pastel absorba la mezcla de leche, de 5 a 10 minutos, cubrir el molde con una envoltura de plástico y enfriar entre 2 y 8 horas.
Batir la crema espesa con el 1/4 de taza de azúcar restante y la cucharadita de vainilla restante con una batidora eléctrica a velocidad media hasta que esté rígida, luego esparcir uniformemente sobre el pastel.
Servir como está o cubierta con fruta fresca.
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